THE INCREDIBLE SHRINKING MAN (1957)
Dir. Jack Arnold• Guión: Richard Matheson (de su novela del mismo nombre)
• Actores: Grant Williams, Randy Stuart, April Kent
• País: Estados Unidos
• Clasificación: Mundos gigantes, Colosos
Sinopsis:
En unas vacaciones en el mar junto con su esposa Lousie, Scott Carey es sorprendido por una extraña neblina que resultará ser radioactiva. Al poco tiempo, Scott comienza a notar que pierde peso y eso lo lleva directamente con los médicos que al poco tiempo descubrirán azorados que más que peso, lo que Scott está perdiendo es tamaño. Día a día el cuerpo de Scott va disminuyendo lo que acabará apartándolo de la vida pública y haciendo un infierno su vida privada.
La esperanza regresa para Scott cuando los médicos dicen haber conseguido una cura para su caso, pero por desgracia, esta falla. Scott es ahora tan pequeño que para su seguridad habita una casa de muñecas, sin embargo no está lo suficientemente seguro para su gato, quien sin ser visto logra filtrarse al hogar cuando Lousie ha salido. Scott se enfrenta aterrorizado a quien antes fue su mascota en una aterradora persecución que finaliza con el hombre menguante perdido en el sótano de su casa y con una Lousie aterrorizada ante lo que cree la muerte de su marido, devorado por el gato.
Abajo en el sótano, la carrera por la sobrevivencia inicia para un Scott asustado y alerta que busca por todos los medios sobrevivir. Su búsqueda de comida y agua son verdaderas odiseas y una pequeña inundación en el sótano se transformara en un verdadero tsunami para él. Finalmente, el descubrimiento de una espeluznante araña gigante no le hará más fácil la existencia.
¿Cómo sobrevivirá Scott? ¿Seguirá haciéndose cada vez más pequeño hasta el infinito?
Comentarios:
EL INCREIBLE HOMBRE MENGUANTE (The incredible shrinking man, 1957) de Jack Arnold, es una película que bien podríamos calificar de Kafkiana, en cuanto a su metáfora del individuo contra el sistema. Las novelas de Franz Kafka - El proceso, El castillo y La metamorfosis – se enfocan con especial insistencia en el sentimiento de impotencia del hombre común contra el sistema que lo rodea.
The incredible Shrinking man encubre este mismo discurso sobre el individuo y la impotencia ante el sistema con el betún de una aventura fantástica. Basada en el libro homónimo del famoso escritor Richard Matheson y con un guión escrito por él mismo, la trama se basa en el efecto que una extraña nube (supuestamente radioactiva) produce sobre el protagonista, el cual comienza a achicarse cada día más y más. Scott Carey ve su vida derrumbarse paso a paso mientras su cuerpo va disminuyendo y su impotencia acrecentándose: primero perderá su trabajo, después acabará dependiendo de su esposa y al poco tiempo el gato de la familia dejará de ser su mascota para transformarse en una peligrosa amenaza para su vida.
La película casi parece dividirse en tres fases. La primera arranca con la sorprendente “enfermedad” de Scott, la cual trae de cabeza a la comunidad médica. Se especula que la extraña reacción de miniaturización se debe a una mezcla entre los componentes de la niebla radioactiva y un insecticida, pero nada se sabe con seguridad. Mientras esto ocurre Scott va perdiendo el control de su vida y al mismo tiempo, sintiéndose una carga para su esposa. El mundo que antes controlaba perfectamente bien, - un buen trabajo, una casa ideal y un estilo de vida holgado y tranquilo – comienza a escaparse de sus manos. Desde el punto de vista del espectador, Scott es el que se achica, pero para el protagonista es su medio el que se agiganta y deja de ser funcional para este: nada está hecho para los pequeños, y para Scott Carey que continua su viaje a lo diminuto sin poder detenerse, el mundo no solo se ha hecho más grande, sino se está convirtiendo en hostil.
Podemos percibir en esta primera fase del filme una clara parábola de la clase media ante un ambiente político y económico que lo sobrepasa. Tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, pero el consumo y el desarrollo de la tecnología nos van transformando en un grupo más dependiente de su entorno social y económico. Todo se vende y se compra, todo tiene dueño y es propiedad de…, nuestra sobrevivencia en el medio depende de nuestras capacidades no tanto para generar productos de consumo sino dinero y la sociedad capitalista se enfoca más a este fin que a una distribución justa de las oportunidades y el progreso. Quien se queda sin trabajo, vive el drama de Scott Carey. El mundo se hace más grande, más difícil, más problemático: es una bola de nieve que mientras rueda no deja de crecer. La promesa del progreso y la tranquilidad social no está hecha para quien carece de dinero.
La esposa de Scott no es la típica mujer que necesita ser protegida por un hombre para sobrevivir y por ello su marido tiene que dar gracias al cielo. Sin embargo la relación se vuelve cada vez más tensa a causa de la perdida de autoestima de Scott y las frecuentes depresiones que experimenta ante su nueva condición. No pasará mucho tiempo para que acabe dependiendo de ella en todos los sentidos. Scott sabe que en cierta manera, y aunque su esposa no lo acepte, es para ella una carga. Incluso la tranquilidad de su hogar ha sido robada con el montón de cadenas televisoras y periodistas que esperan pendientes tras su puerta para obtener la foto o la nota del sorprendente hombre-niño. De hecho, en un intento por conseguir dinero, el mismo Scott vende a la presa su terrible historia y comienza a elaborar un libro sobre su vida y experiencia que espera ofrecer a las editoriales por una buena cantidad. Pero las esperanzas se vuelven banas cuando nos damos cuenta que llegará un momento en que el pobre de Scott Carey no será capaz ni siquiera de sostener un lápiz y en caso de hacerlo prácticamente tendrá que escribir sobre el mismo cuaderno. Ahora Scott también es una figura pública digna de del más vergonzante espectáculo. Su dignidad, lo único que le quedaba, también está a punto de irse por el caño. En la novela, incluso su virilidad le es en cierta forma arrebatada, cuando intenta tener sexo con su mujer y esta lo rechaza porque no soporta la imagen de ella sosteniendo relaciones con un niño.
El mundo está dejando de tener sentido para Scott. Ahora, del tamaño de una muñeca vive, efectivamente, en una casa elaborada para estas. Su estado de ánimo se ha derrumbado y vive entre continuas explosiones de agresividad verbal de las cuales su mujer es víctima pero que soporta estoicamente porque ama a su marido. Y es entonces, cuando una tarde, se desata la tragedia. El gato lograr entrar a la casa y ataca a Scott el cual, en su huida, cae directamente al sótano. Cuando llega su esposa esta cree encontrarse frente un horrible hecho: el gato se ha comido a su marido.
De esta manera comienza la segunda fase de la película: El mundo humano ya ha desaparecido para Scott. Ahora, todo aquello que lo conformaba se desdibuja gracias a sus enormes dimensiones y aunque todavía resulta reconocible, para él se acabo la época de intentar ajustarse a este. Ahora debe luchar por sobrevivir y alimentarse en un lugar donde las cajas de madera son tan grandes como una colina, donde una ratonera es mortal y donde una pequeña araña se ha convertido en un gigante terrorífico. Cual caballero andante, un alfiler es ahora su espada y al estilo de San Francisco de Asis, un pedazo es tela es su única vestimenta. Todavía guarda esperanzas de poder ser encontrado, de volver a la normalidad y lucha y sobrevive para ello. En cierta forma esa esperanza es lo que lo ata y convierte en prisionero de un mundo que ya no es para él. En una desgarradora escena, Scott llega a una pequeña ventana que da acceso al exterior, hacia el jardín, pero está cubierta por una tela de malla que aún no le permite escapar: desesperado ante ello, grita de impotencia. Esta segunda parte, es básicamente la expiación de Scott. Está aprendiendo a dejar atrás todas sus ataduras, a despedirse de un mundo que lo mantenía dominado y en cierta forma despersonalizado sin que él se enterara. Está aprendiendo a ser libre a vivir bajo sus propios medios. Y en cierta manera esta replicando la imagen, muy norteamericana del “self-made-man” – el hombre que se hace así mismo – y que constituye uno de los valores más representativos del “american way of life” – la forma de vida americana -.
Scott está realmente en medio de un viaje iniciático. Su miniaturización representa no una falta de poder, sino un arduo camino interior hacia sí mismo, hacia una nueva comprensión del universo. Como si fuera un buda, o Jesucristo, la iluminación llega a Scott en su momento más aciago, en el instante en que deberá jugarse el todo por el todo contra la araña del sótano para poder vivir.
“Una extraña calma me invadió. Comencé a pensar más claramente que nunca – como si mi mente estuviera bañada por una brillante luz. Entendí que parte de mi enfermedad tenía sus raíces en el hambre, y me acordé de los alimentos en la plataforma, del pedazo de pan en la tela de araña. Ya no sentía odio por la araña. Al igual que yo, ella luchaba a ciegas por obtener los medios para vivir.”
Scott ha entendido algo muy importante: toda vida tiene un valor. No somos seres sin sentido, existimos y por lo tanto valemos. Todos luchamos por ser felices, por vivir. La sociedad, la economía, la política, la derecha y la izquierda y nos han transformado en peones de un sistema, en partes de un reloj, en autómatas de un sinsentido que usa excusas para convencernos de que si tiene una dirección. Pero ahora Scott lo ha podido ver. Esa araña no es solo parte de un sistema más grande que le ordena comer sin ningún sentido. Al igual que Scott, ella quiere vivir. Su miedo por morir es tan grande o igual al de nosotros.
Scott por fin se ha liberado. Ahora acepta su condición no con resignación patética sino como la apertura de un nuevo camino hacia nuevos mundos. Pero ya no será controlado por ellos. El se controla a sí mismo. Él lleva su mundo consigo.
“Mi prisión era tan grande como la distancia que mis ojos podían abarcar, una gris y hostil extensión de espacio y tiempo. Así que decidí que si el hombre había podido dominar el mundo exterior, entonces yo podría dominar el mío.”
En su mortal enfrentamiento, Scott mata a la araña y ese sacrificio que no nace del odio, sino de la comprensión de los hecho de la vida, le otorga nueva savia y confianza. Ahora camina una vez más, hacia esa ventana que da al exterior para descubrir que la tela de malla es mucho más grande y puede pasar por ella sin dificultad. Ya no es un prisionero de nuestro mundo.
Al atravesar las barras de su prisión, llegamos a la tercerea fase del filme. Scott ha seguido el camino del héroe y la película nos ha llevado de la mano con él. Durante varios minutos hemos visto como nuestro mundo se ha tornado gigante y la metáfora de este gigantismo ha sido excelentemente bien planteada y entendida. Al contrario de otros personajes analizados en estas páginas, como el coronel Manning de The amazing colossal man cuya condición de gigante solo representa para él desgracia y el pretexto perfecto para encerrarse en sí mismo y negarse a tomar sus responsabilidades, en Scott la miniaturización fue el medio para liberarse de sus trabas. Sin embargo no fue la miniaturización por sí misma la que desencadeno esta nueva forma de ver la existencia en Scott. Fue parte importante del fenómeno, si, pero la decisión fue de él. The incredible shrinking man es una película que ofrece al público un mensaje importante sobre el mundo en que estamos viviendo y la forma tan patética en que lo estamos aceptando. Muchas de las angustias sociales devienen del miedo a perder posiciones y privilegios en el medio, en especial ocurre con las clases medias que con cada crisis económica ven mermado su acceso a lo que consideran un estilo de vida mejor. Despertarte y saber que sus hijos ya no podrán asistir a su escuela, que ahora se le ha privado de ciertas ventajas y oportunidades a la familia y que nuestros logros están ligados a todo lo que ordena el sistema y que no tenemos seguridad en nada, causa verdadera zozobra en nosotros. El hombre se siente impotente ante esa maquinaria gigante que es el gobierno, la sociedad y la economía, porque su lucha no es para enfrentarse a ella y a su control, sino al contrario, por seguir permaneciendo en su interior, sobreviviendo a todo ello. El sistema nos ha engañado. No vivimos para nosotros. Vivimos para él y no nos hemos liberado.
“Yo seguiría disminuyendo, para convertirme en... ¿qué? ¿Lo infinitesimal? ¿Qué era yo? Aún era un ser humano? ¿O acaso era el hombre del futuro? Si hubiera otros despliegues de radiación, otras nubes a la deriva por mares y continentes, ¿podrían otros seres seguirme hacia este vasto nuevo mundo? ¡Tan cerca lo infinitesimal y lo infinito! Supe entonces que eran en realidad los dos extremos de un mismo concepto. Lo increíblemente pequeño y lo increíblemente vasto al final se acaban encontrando, como ocurre al cerrarse un gigantesco círculo. Miré hacia arriba, y sentí como si de algún modo pudiera abrazar los cielos. El universo, mundos más allá del número, el tapiz plateado de Dios en toda la noche. En ese momento, supe la respuesta al enigma del infinito. Yo había pensado en términos de la limitada dimensión del propio hombre. Había sido arrogante hacia la naturaleza. Que la existencia comienza y termina es un concepto del hombre, no de la naturaleza. Y sentí mi cuerpo menguando, fundiéndose, convirtiéndose en nada. Mis temores se desvanecieron. Y en su lugar llegó la aceptación. Toda esta vasta majestuosidad de creación debía significar algo. Y entonces lo comprendí. Siendo yo lo más pequeño de lo pequeño, aún hay algo que todavía tengo que decir. Para Dios, no hay cero. ¡Y yo, aún existo!”
Escenas de la película
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