martes, 28 de julio de 2009

MOTHRA [Original: MOSURA] (1961)

MOTHRA [Original: MOSURA] (1961)
Dir. Ishiro Honda
  • Guión: Shinichi Sekizawa (guion), Takehiko Fukunaga (basada en su novela "Hakkou Yousei to Mothra"); Yoshie Hotta, Shinichirô Nakamura (relato)
  • Actores: Frankie Sakaim, Hiroshi Koizumi, Jerry Ito (Gerald Tamekichi Itô)
  • País: Japón
  • Clasificación: Kaijus, Godzilla
Sinopsis:

Una tormenta arroja a la tribulación de un barco a las costas de la isla Beru, un lugar donde el país de Roliskan ha realizado pruebas atómicas. Cuando la tripulación es rescatada son inmediatamente revisados para descubrir con sorpresa que no hay rastro de contaminación radioactiva en sus cuerpos. La tripulación atribuye el milagro al jugo de unas plantas rojas que les fue suministrado por un grupo de nativos de la isla. Ante esa sorprendente declaración (el gobierno Roliskano jura y perjura que la isla fue revisada antes de las pruebas atómicas y estaba completamente deshabitada) Japón y Roliskan envían una nueva expedición en búsqueda de aquellos nativos. La expedición, comandada por Clark Nelson (Jerry Ito), un diplomático Roliskano, incluye entre su grupo al Dr. Chujo Nakazo (Hiroshi Koizumi), biólogo; y a un polizonte decidido y capaz, el reportero Senchiro “Bulldog” Fukura quien tiene que colarse ilegalmente pues Nelson a prohibido a los reporteros en la expedición.

La llegada a la isla desembocará en una serie de sorprendentes descubrimientos, entre ellos, la existencia de dos pequeñas chicas, una especie de hadas de no más de treinta centímetros de alto que logran salvar al Dr. Nakazo de una extraña planta asesina. Clark Nelson ve en las pequeñas una jugosa oportunidad de negocio y retornará después a la isla para secuestrarlas y llevarlas a Japón donde serán obligadas a actuar en shows musicales para el deleite del impresionado público.

Lamentable error. Lo que Clarke ignora es que una antigua deidad de la isla, la gigantesca larva Mothra, despertará de su letargo en un huevo para acudir a rescatar a sus – aparentemente – hadescas sacerdotisas.

Mientras eso ocurre, el Dr. Nakazo y el reportero Fukura han averiguado lo que se le espera a Tokio de no liberar a las chicas. Estás les han hablado telepáticamente advirtiéndoles del peligro. Mothra vendrá por ellas y no hay forma de detener a la criatura. Necesitan ser liberadas de inmediato. Nelson desoye la advertencia y apoyado por su país retiene a las hadas. Por supuesto, las consecuencias no se hacen esperar. En mar abierto, un trasatlántico es hundido por la gigantesca larva quien se dirige a Tokio.

Mothra entra al país destruyendo primero una gran hidroeléctrica, mientras que Tokio es evacuado. Los militares preparan su arsenal de ataque, pero este es inútil ante Mothra que logra llegar hasta la misma torre de Tokio donde se encapsula en un extraño capullo.

Sorprendidos, los japoneses son testigo de la metamorfosis de la criatura, quien sale de la envoltura convertida en una gigantesca polilla quien toma vuelo directamente a Roliskan, donde Clark Nelson ha escapado con las hadas.

Mothtra atraviesa el océano y llega a la moderna ciudad de Nueva Kirk, cuyos gigantescos edificios son destruidos por fortísimas rachas de aire que son producidas por las alas de la bestia. Ante esto, Clark Nelson intenta escapar de nuevo llevándose a las hadas, pero es interceptado en el camino por un grupo de ciudadanos enfurecidos que le exigen libere a las chicas. En un altercado con la policía, Nelson muere.

Los roliskanos están atemorizados, no saben qué hacer con las hadas que ahora están en su poder. Sin embargo la llegada de Nakazo y Fukuda dará la respuesta cuando el primero encuentre una interesante conexión entre las cruces de las iglesias cristianas y el mismo símbolo de Mothra: una cruz con un sol en el centro (muy parecida a las cruces de San Patricio). La sorpresa se vuelve aún mayor cuando nota que el sonido de las campanas reproduce casi exactamente la melodía con que las hadas llaman a la deidad.

Inmediatamente, el Dr. Nakazo pide que en aeropuerto de la ciudad se trace el símbolo de Mothra y que exactamente a las tres de la tarde, todas las campanas de todas las iglesias suenen al mismo tiempo.

La melodía de las campanas logran atraer a Mothra y hacerla descender tranquilamente al aeropuerto donde Nakazo y Fukuda entregan humildemente a las doncellas. Las pequeñas hadas agradecen a sus salvadores toda la ayuda prestada deseando que la paz y la armonía reinen ahora entre los humanos. Con un “Sayonara” corren hacia Mothra y esta se eleva tranquilamente en el cielo para dirigirse hacia su isla donde sus adoradores la esperan en medio de musicales y dancísticos ritos.

Comentarios:

No lo parece, pero MOTHRA (Ishiro Honda, 1961) tiene un subtexto con intenciones.

A simple vista, la película parece ser otro simple film de monstruos gigantes como el inaugurado por GOJIRA (Ishiro Honda) en 1954, pero sus intenciones van más allá de esa sencilla pretensión. Así como GOJIRA fue una crítica al terror de la bomba y a la culpabilidad de la arrogancia japonesa, Mothra señala en una época de post-guerra y reconstrucción nacional, el peligro que conlleva un capitalismo exacerbado en la demolición de sus costumbres y valores.

No es una película nacionalista, porque su intención no es volver a caer en el error de colocar a Japón y sus costumbres como la única opción política e ideológica. En un nuevo mundo que tiende poco a poco a la globalización, sería un error y un retroceso volver a encapsularse en las viejas glorias nacionales, pero hace hincapié en el respeto y el valor de todos aquellos elementos que identifican las raíces del pensamiento y los valores japoneses.

Al igual que Gojira, la película da inicio con una tripulación marítima que es arrojada hacia una isla donde se realizaron experimentos atómicos. El pánico hacia la contaminación radioactiva y sus efectos se hace patente en la tripulación, pero al revés que en Gojira, la tripulación resulta sorprendentemente ilesa. Se debe al jugo de unas plantas que crecen en la isla y que les ha sido dispensado por un grupo de nativos que se supondría, no deberían vivir ahí.

Hay un simbolismo muy obvio marcado en todo esto. Al igual que en NAUSSICA DEL VALLE DEL VIENTO (Kaze no tani no Naushika, 1984) de Hayao Miyazaki, la cura y la desintoxicación de la enfermedad atómica es dada por la misma naturaleza. Esta se recobra y con sus propias armas limpia las impurezas dejadas por los hombres otorgando a la humanidad una nueva oportunidad de redención en varios sentidos. Esta redención no solo se limitara a la naturaleza, al mundo físico, sino que nos marcará un camino al cambio interior, una oportunidad hacia la armonía.

La isla Beru, víctima mortal de los experimentos atómicos, es también el lugar del renacimiento, el lugar de donde vendrá la cura para el letal cáncer del poder atómico. Es también ahí, en ese salvaje punto de contaminación radioactiva, donde se encuentra el reducto de una deidad antigua, muy ligada al mundo natural y una imagen fuertemente simbólica de la transformación y el renacimiento.

Mothra, al revés que Godzilla, no es un monstruo creado por la radioactividad. No es una bestia mutada ni revivida por la acción del átomo. Es una larva que acabará transformándose en una especie de mariposa (realmente una polilla) iluminada con colores vivos y sobrecogedoramente hermosa. Mothra no es vengativa y su destrucción no es resultada de un odio contra la humanidad sino la consecuencia de la avaricia y la irreflexión de los hombres. Es una fuerza natural, indetenible, que ha sido liberada y atraída por causas que los mismos hombres propiciaron. Incluso, fueron oportunamente avisados de aquello que conllevaba sus actos, pero estos, (en este caso, Clark Nelson y su grupo de secuaces) se negaron a recapacitar.

De esa manera, como deidad y fuerza natural, la figura de Mothra tiene una gran semejanza con otro gigante de los filmes japoneses: El Daimajin. Ambos son criaturas supranaturales, más cercanas al mundo de los dioses que al nuestro y cuyas acciones son desatadas siempre por la culpa de los hombres. Como fuerzas naturales que son, su destrucción es indiscriminada. Todos pagan por igual: ricos, pobres, inocentes, culpables. Su labor de purificación es monstruosa porque trae la muerte. Pero ese caos tiene por objetivo limpiar con fuego todo vestigio de lo que fue, para obligarnos a recomenzar de cero, a partir del duro aprendizaje de nuestros errores. No son bestias salvadoras y su justicia se imparte como resultado natural de la destrucción del sistema que imperaba antes de la llegada de su furia. Aunque tienen conciencia, no se les puede culpar de sus acciones. No vienen a castigarnos como jueces o justicieros. Son básicamente la herramienta natural que deviene de aquello que ha corrompido o transgiversado el orden natural de las cosas.

Mothra viene de un mundo antiguo que está a punto de desaparecer tragado por el mundo moderno. Los ritos de sus adoradores, su forma de vida - en contacto directo con la naturaleza y con las necesidades más básicas - está a punto de ser relegada al olvido, al ser considerada primitiva, supersticiosa y agotada. Sin embargo ellos son también la semilla del futuro, porque viven en armonía con el entorno, no son agentes destructores y su sistema de vida no está basado en conveniencias artificiales.

Es fácil identificar a Clark Nelson como la representación de ese capitalismo voraz y frívolo que nos lleva a la destrucción del medio ambiente, de la cultura o la sustentabilidad en aras de un puñado de dólares. Roliskan, el país del cual procede, es a todas luces una metáfora de los Estados Unidos. Escondida bajo un nombre que inspira una sensación de país soviético y una bandera que más parece provenir de un país de medio oriente (es una estrella sobre una media luna), resulta ser, cuando lo vemos, un clon de la nación ya mencionada. Su idioma es el inglés, sus habitantes son en su mayoría caucásicos y su forma de vida parece sacada de una postal del Club de Yates.

New Kirk, la ciudad que Mothra destruirá, es también un emulo de Nueva York. Sus gigantescos edificios, sus centros comerciales y su vida apresurada son replicados en la pantalla para ser inmediatamente arrasados por el torbellino de aire que crea la bestia al volar. Como si fuera un huracán, Mothra vuela autos, gente y edificios. Los lugares de glamour y de frivolidad son de los primeros en ser arrasados (una toma es desde dentro de una boutique que es destruida por los ríos de aire), casi como una metáfora de su naturaleza efímera y falaz. Si en la segunda guerra mundial, los Estados Unidos no resintieron casi ningún ataque del exterior, las consecuencias de su política proteccionista hacia todo lo que oliera a negocio, ahora si les pasa factura.

Sorprende también intuir la imagen que los norteamericanos ofrecen al pueblo de Japón. Extrañamente en lugar de que Nelson vea la posibilidad de explotar el jugo de la planta roja como una defensa contra ataques nucleares, su atención se ve enfocada en convertir a las dos pequeñas hadas en estrellas de la farándula. Las hace cantar en público y las convierte prácticamente en objetos de espectáculo. Por desgracia es una imagen que los Estados Unidos se han ganado a pulso. El “show bussines”, parece ser un elemento inseparable de la cultura norteamericana. En KING KONG (Merian C. Copper y Ernest B. Schoedsack, 1933) el gigantesco mono es capturado con fines meramente comerciales y circenses, en MIGHTY JOE YUNG (Ernest B. Schoedsack, 1949) ocurre exactamente lo mismo con otro gorila. El espectáculo es una trivialización de la figura, es el objeto reducido solo a sus características sorprendentes o sobresalientes. El espectáculo forja una ilusión y la misma Nueva Kirk es una ilusión espectacular: Su club de yates, sus edificios en condominio, sus suburbios, dan una sensación de primer mundo, de control y de orden. Pero es una fachada que Mothra borra al igual que hizo con la desorganizada Tokio. El precio de todo ese espectáculo visual esconde tras de sí destrucción del medio ambiente y de otras culturas.

Pero nos equivocamos si creemos que esta vez la película es una crítica mordaz a los Estados Unidos. Honda realmente no crítica a un país sino a una tendencia occidental que trivializa todo, que todo lo convierte en objeto de comercio y a la libertad y a los valores personales en propiedades.

Cuando Nelson secuestra a las “Shobijin” (pequeñas bellezas) y es acusado de esclavismo por el reportero Fukuda, su reacción es señalar que ellas no son humanas y pide protección a su país para quedarse con “lo que le pertenece”. Roliskan le extiende esa protección. No importa que las hadas tengan forma humana, mientras que no demuestren que lo son, son objetos y como tal, susceptibles a ser propiedad de alguien – por supuesto – desde el punto de vista de la nueva cultura occidental donde todo tiene un precio y todo puede venderse o comprarse.

Para el japonés, cuyo concepto del honor es – en cierta forma – muy alto, esta visión de la vida es una forma de prostitución. Ishiro Honda tiene muy en claro que esta prostitución no es exclusiva de la mentalidad americana y por tal razón, el grupo que se conforma alrededor de Nelson incluye a un avaricioso abogado japonés y a un matón de apariencia europea. A todos les importa solo una cosa: el dinero. Y por él, son capaces de permitir que la gente muera.

El mundo moderno que Honda retrata, ofrece una perspectiva deshumanizante donde todo se reduce a la mínima expresión del billete, donde una vida humana tiene código de barras y donde los valores de la bondad, el honor, el valor y los principios son más una carga que una ventaja. Sin embargo, la humanidad no ha perdido esto del todo. Una criatura viene a recordarnos que esos valores existen.

Mothra es básicamente un símbolo del renacimiento, del comenzar de nuevo, del volver a hacer. Es tal vez ese su punto de conexión con la filosofía judeocristiana y la figura de Cristo. La película muestra un vinculo innegable entre el mundo de Mothra. El símbolo de esta criatura es una cruz, con un sol en su centro, figura que nos recuerda las imágenes de las cruces celtas. Mothra, al igual que Cristo, es una figura solar. Su mundo no son las sombras de la noche y al igual que Cristo, su transformación simboliza el renacimiento y la transformación. Jesucristo – en términos más exactos – realmente no revive, sino que resucita. Hay una gran diferencia. Jesús no ha revivido, se ha transformado y su promesa de vida eterna se ha hecho realidad. Mothra pasa también por ese proceso. Desaparece la larva, pero aparece la “mariposa”. Mothra nunca murió. Se transformó.

En películas posteriores, esta conexión con el mito judeocristiano se hace más fuerte. Por lo general, al igual que Cristo, Mothra se sacrifica para ganar. Pero su espíritu renace en otro cuerpo para continuar, se perpetúa en su descendencia. La nueva Mothra, no es la anterior pero guarda en sí misma “la esencia” de aquella. Todas las Mothras son diferentes pero a la vez son la misma. Son una deidad que transmigra, que aprende, que se transforma.

Toda esa sabiduría parece estar oculta en las ceremonias, en los bailes, en la música, en todos aquellos elementos rituales que uno considera supersticiosos o arcaicos, sin sentido más allá de la mera repetición y el dogma. Sin embargo, como el mismo Dr. Nakazo descubrirá, por alguna misteriosa y sobrenatural conexión, las campanas de las iglesias cristianas, al sonar, reproducen la misma melodía con que Mothra es invocada y tranquilizada. Y lo que es más sorprendente, el mismo símbolo de Jesucristo es el de la criatura.

Gracias a ello, Mothra es llamada y las hadas entregadas sanas y salvas a ella. Su despedida deja bien en claro que la intención de la película es no es repartir culpas ni hay una advertencia para los humanos si vuelven a pisar la isla o destruir el equilibrio. Hay solo un buen deseo: que podamos vivir en armonía unos con otros, que nos transformemos.

David Kalat en su libro A CRITICAL HISTORY AND FILMOGRAPHY OF TOHO´S GODZILLA SERIES, menciona que al contacto con Mothra, los personajes también se han transformado. El Dr. Nakazo de ser un hombre introspectivo que no gusta de socializar ni ser reconocido acaba dejando eso atrás para lograr fines más altos y justos. El reportero Fukuda, quien “nunca suelta una historia” se decide a no publicar la historia más importante del siglo para no afectar a las hadas ni al pueblo que vive en la isla Beru. Los dos, Fukuda y Nakazo pelearon por fines más nobles que ellos mismos.

Es así que al final, no es la violencia ni el caos quien gana la partida. Es el entendimiento entre humanos y criatura la que nos lleva a la paz… por el momento.

  • Las hadas (Shobijin) están interpretadas por las hermanas Emi y Yumi Ito, el famoso dueto cantante de “Las Peanuts”. Aparecerían en dos películas más interpretando de nuevo a las hadas.
  • La película está basada en una novela del escritor Takehiko Fukunaga, MOTHRA y LAS HADAS RESPLANDECIENTES ("Hakkou Yousei to Mothra")
Bibliografía
KALAT, David, A critical history and filmography of Toho´s Godzilla series, Mc Farland and Company Inc. Estados Unidos, 1997

[Existe una versión en DVD]
MOTHRA TRAILER

1 comentario:

Jorge dijo...

Me resultó de interés sobre todo al origen del film y en cuanto al retorno de los valores conjuntamente con el cuidado del medio natural