lunes, 22 de junio de 2009

BIG MAN JAPAN [Original: DAI NIPPONJIN] (2007)

BIG MAN JAPAN [Original: Dai Nipponjin] (2007)
Dir. Hitoshi Matsumoto
Guión: Hitoshi Matsumoto y Mitsuyoshi Takasu
Actores: Hitoshi Matsumoto

Sinopsis:

Un grupo de documentalistas sigue el día a día de Masaru Daisatô (Hitoshi Matsumoto), un japonés adulto cuya vida vacía y lastimosa contrasta drásticamente con el trabajo al que se dedica: destruir monstruos gigantes. Masaru Daisatô no es otro que “El Japonés Gigante”, héroe fantástico que gracias a inmisericordes descargas eléctricas en sus pezones alcanza un descomunal tamaño que le permite enfrentarse a las amenazas monstruosas más aberrantes del Japón. Descendiente de una línea de heroicos luchadores gigantes, Masaru Daisatô expone en este falso documental su punto de vista sobre una modernidad indolente y consumista que ha olvidado todo respeto a los antiguos símbolos y valores que ahora son ridiculizados, pero que alguna vez guiaron los más profundos sentimientos de un país.
Comentarios:

Al revés de lo que pudiera pensarse, Big Man Japan (Dai Nipponjin) no es una parodia hacia el cine de Kaijus (monstruos gigantes japoneses cuya particularidad es que son realmente disfraces de goma y látex) que se inauguro formalmente en 1954 con Gojira (Godzilla) de Ishiro Honda, sino una especie de triste homenaje que hace uso de este cine y a sus elementos como vehículo para una metáfora sobre el Japón actual.

Hitoshi Matsumoto, director, co-guionista y actor de esta obra es un famoso comediante japonés que brincó de la televisión al cine de una forma planeada y bien cuidada. El proyecto de Dai Nipponjin estuvo en desarrollo por varios años pues Matsumoto no quería un producto cinematográfico de comedia simple y vacio. Y con Dai Nipponjin logra ofrecer una comedia cruel y reflexiva sobre su entorno inmediato: Japón.

Masaru Daisatô, el personaje central de este falso documental es testigo del decaimiento de una figura reverenciada desde cientos de años en Japón: el defensor gigante que detiene a los monstruos en su ataque a las ciudades del imperio. Pero ahora Masaru Daisatô ya no es ni la sombra de lo que fueron sus antepasados. Sus peleas con los monstruos han quedado convertidas en entretenimiento popular pues son televisadas a todo el país. La gente hace apuestas a su costa y a la de su enemigo en turno. Su cuerpo luce ahora humillantes marcas de los patrocinadores del programa y estos le exigen más tiempo de pelea con los monstruos para emocionar al público. Daisatô siente que todo está a punto de perder el sentido. La gente no le guarda respeto y muchas veces lo consideran casi molesto, los amigos de su pequeña hija se burlan de ella por su culpa y su esposa lo ha abandonado pues no podía permanecer más con un espectáculo tan deprimente como él, así que ¿para qué seguir peleando? ¿Para qué defender a un país indolente que no respeta a quien cada pelea da su vida por él? Los viejos valores, gracias a la monstruosa globalización y al consumismo más desencarnado, han dejado de tener importancia y es la figura del éxito la que se persigue. En la sociedad, importa la forma, no el fondo.

Cada vez mas humillado, “El Japonés Gigante” tiene que seguir peleando, ya cada vez menos por un ideal y más para ganar dinero y sobrevivir. Y es irónicamente en el mundo de los monstruos donde “El Japonés Gigante” encuentra cierta empatía espiritual. Las bestias, deformaciones extrañas y locas que van desde un pollo gigante con un ojo atado a él por un cordón umbilical, hasta cabezas humanas con pies pero sin torso, pasando por flores con evocaciones sexuales y muñecos chinos de la infancia, viven y mueren en un extraño mundo preformateado, cuyo único objetivo es luchar. No tienen nada más y han aceptado con tristeza y resignación ese destino. Cuando el “Japones Gigante” los extermina, es cuando encuentran su liberación volando el alma de estos al cielo. Irónicamente, su destructor es también su salvador.

Aunque al principio parece que la misma película es un atentado al cine de Kaijus al utilizar monstruos diseñados y animados por CGI (animación digital) en lugar del tradicional traje de goma y látex, esto también tiene un por qué. Al final de la película, nos enteramos que todas las peleas que hemos visto son recreaciones de las peleas reales. La última pelea, que se transmite en vivo y en directo, nos muestra entonces la realidad del mundo del Japonesa Gigante: botargas de monstruos, autos de juguete y maquetas de edificios. Es una realidad menospreciada por las nuevas tecnologías, olvidada a favor del hiperrealismo exacerbado que exigen los nuevos gráficos por computadora. Ya nadie puede ver su encanto. Han dejado de ser arte, para convertirse en espectáculo de burlesque y así esta retratado el Tokio del final del filme.

Sin embargo es una realidad que todavía algunos miramos con cariño y con sorpresa, porque representa para nosotros más que melancolía de nuestra infancia. Sabemos que ese es el Tokio de verdad. Es un Tokio de maqueta que se puede crear y destruir, pero que “realmente” está ahí. Es el lugar donde la lucha del bien contra el mal tiene un objeto y donde el Japonés Gigante tiene una verdadera razón de ser, contra un mundo que cada día cubre lo que verdaderamente importa con una falsa imagen digital.

[Existe una versión en DVD]

TRAILER OFICIAL


PELEA FINAL

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